Vadol Chiquitín te bautizó tu hermana.
Salvador José, te bautizó el padre Pepe.
Salvador del Mundo, tu tío Germán,
después serías Chacope Chaculala.
Llegaste como un maestro
silente, humilde, sabio
y valiente nos mostraste
de la vida lo importante
cuando las temibles bronquitis,
el doctor Puppo y sus masajes
con tu temple superaste.
Caracoles te coronan,
como rizos de laurel,
la frente que habita
la fuente de tu mente.
Con esa sonrisa imborrable,
y tus ojos grises, pardos y alegres,
contemplas la vida pasar,
sereno, imperturbable.
Tu audacia supera a tu prudencia
colmando de tu madre la paciencia,
pues tu caminar no tiene freno,
ni el suelo guarda clemencia.
Crecerás como un roble,
madurarás en alma y cuerpo
ante lo mundano y lo divino
aprenderás de villano y noble
y cuando menos lo esperes,
serás un hombre, hijo mío.